Técnica y arte, fundiéndose en armonía (continuación apartado)



... técnica y arte,  fundiéndose en armonía  


Junto al arte del vidrio existe el arte de las vidrieras de iglesia (vitrales). Las vidrieras resplandecientes que vemos en las catedrales se componen de innumerables vidrios coloreados, unidos con varillas de plomo (ahora también se hacen sin plomo). Forman artísticos cuadros transparentes, como los que admiramos en las catedrales de Chartres y Notre Dame, en Francia; de Colonia y Maguncia, en Alemania, y de León, en España.

vidrieras de la Catedral de León

Antiguamente se coloreaba el vidrio una vez que la placa estaba terminada. Ahora los colores se incorporan al vidrio durante la fusión. Pero la dificultad mayor consiste en reproducir el diseño correspondiente a cada una de las piezas, antes de unirlas.

vitro-cemento
El vidrio tiene muchas más -aplicaciones. Después de largos estudios se descubrió que, sometido a un proceso especial, es útil también para la construcción. Es el vitro-cemento. Las fibras y los tejidos de vidrio son malos conductores del calor y se usan como material de aislación. Su elaboración requiere máquinas especiales en las que el vidrio fundido se derrama poco a poco en un mecanismo giratorio, que lo estira en finísimos hilos.

Al ver esos hilos tan delgados y brillantes, nos parece imposible que procedan de vulgares granos de arena. Existen hoy varios materiales sintéticos transparentes, pero ninguno es tan duro e inalterable como el vidrio. Éste es insustituible, y cada día encuentra nuevos usos.

Como decíamos antes, el vidrio se fabrica a partir de una serie de ingredientes. El principal es la arena, a la que se añade soda, cal y óxido de plomo. Los colores se obtienen agregando pequeñas cantidades de óxidos metálicos.

El óxido de cadmio proporciona un color amarillo; el de cobalto, un azul oscuro, y el de oro, un rosa salmón. Según las condiciones, los óxidos de hierro y cobre pueden dar amarillo, verde, azul y rubí. Combinando los distintos óxidos metálicos en proporciones variables, y cuidando las condiciones de elaboración, se puede producir una gama completa de colores, y también pueden obtenerse colores veteados.

Los fabricantes de vidrios de hoy completan su “paleta” con otros varios colores. El selenio se usa, ahora, para obtener los colores amarillo y salmón vivos, y para acentuar los marrones y rojos. El óxido de níquel puede usarse para proporcionar un castaño grisáceo, además de un delicado color púrpura.

Gracias a los modernos métodos de purificación, pueden obtenerse materiales muy puros con los que es posible hacer vidrios muy transparentes. Los primeros vidrios coloreados solían obtenerse algo turbios, a causa de las impurezas. En los vidrios teñidos, el color suele extenderse por toda la masa, pero algunos tienen, solamente una capa coloreada. En ellos, se deposita una lámina delgada de vidrio coloreado sobre otra incolora y se calientan las dos hasta que se funden juntas. Después , parte de sus superficie coloreada puede ser atacada con acido fluorhídrico, apareciendo en estas partes el vidrio incoloro.

Este tipo de industria no produce a gran escala, y como los fabricantes elaboran una amplia variedad de colores y tintes, solamente se preparan pequeñas cantidades cada vez.

Los ingredientes del vidrio coloreado se ponen en un crisol, que se calienta en un horno hasta unos 1300° – 1350 °C, manteniendo esta temperatura durante unas 24 horas. Entonces, se va enfriando gradualmente el horno hasta que el vidrio alcanza una consistencia suficiente como para que pueda ser recogido con el extremo de un tubo de hierro, llamado “caña”, de un modo análogo a como se saca la miel con una cuchara. La masa informe de vidrio, al hacerla girar en un bloque metálico, ahuecado, adquiere una forma cónica.

La masa de vidrio se sopla, convirtiéndola en una ampolla, y se estira, sujetando el extremo con un par de tenazas. Durante este tiempo, la ampolla se ha enfriado y endurecido, y hay que recalentarla antes de que este tratamiento pueda repetirse, para aumentar su volumen. Mientras se cumplen estos procesos, la ampolla continúa girando para evitar que adquiera la forma de gota. La ampolla debe ser transformada, a continuación, en un cilindro. Se le corta el extremo y, una vez recalentada, se le da forma, haciéndola girar en el hueco cilíndrico de un bloque metálico.

El extremo curvado se ensancha con una barra. El otro extremo es también abierto y se le da forma, quedando un cilindro de vidrio coloreado, pero con tensiones internas y de muy fácil fractura. Estas tensiones se eliminan sometiendo el cilindro a un proceso de templado y dejando que la masa de vidrio se enfríe lentamente.

Las piezas cilíndricas de vidrio se convierten en láminas para poder emplearlas en la construcción de ventanales. Esto se logra practicando un corte recto, a lo largo de una generatriz del cilindro, con un diamante, y aplanándolo por el otro lado. La parte superior se calienta en un horno llamado aplanador.

En éste, el vidrio va, poco a poco, ablandándose y aplanándose. Con un bloque de madera muy dura, se nivelan las irregularidades. Posteriormente, se deja que las láminas se enfríen y endurezcan. Miden, aproximadamente, 60 x 35 cm. y ya están dispuestas para el mercado. Los artistas pueden escoger entre una amplia variedad de láminas coloreadas. Una rápida mirada a una ventana de vidrios coloreados nos muestra cómo los trozos de vidrio de distintas formas están unidos mediante tiras de plomo —con aspecto de maraña zigzagueante.

De hecho, la cara de un vidrio puede tener varios colores, o manchas negras, o rayas pintadas, aunque la pieza original tuviese un solo color. Los sistemas actuales para conseguir ventanas artísticas son mucho más complicados que la simple copia de un dibujo y la subsiguiente unión de las piezas de vidrio.

La ventana deberá añadir belleza al edificio, y esta función no se cumple si las condiciones luminosas son insuficientes. Su efecto depende de los rayos luminosos que pasan a través de los vidrios. Al llegar desde el exterior cierta cantidad de luz, que se difunde en el interior de la habitación, se podrá ver el dibujo, como manchas luminosas. Si el vidrio es demasiado oscuro, puede romperse el equilibrio, y la ventana resultará triste y mortecina; si permite el paso de demasiada luz, el efecto será desagradable, por deslumbrante. Por lo tanto, la iluminación del edificio es un problema que hay que tener en cuenta.

La ventana debe mantener su belleza, aun cuando se la vea a distancia, y, para ello, durante su ejecución, el artista debe tener en cuenta que el color azul tiende a extenderse con la distancia y sus límites pueden llegar a desdibujarse. Si se quiere evitar que el color se extienda, debe marginarse con un borde negro.

Si se pretende que se extienda sobre un área roja, para lograr un efecto púrpura, hay que tener en cuenta que el rojo se comporta de modo opuesto. Al acercarse hacia la ventana, los tonos rojos parecen crecer, mientras que los amarillos dan la sensación de permanecer del mismo tamaño.

En primer lugar, se pinta un boceto, a tamaño natural, de la ventana, y después se cubre con tela de calcar. Se trazan las divisiones mostrando dónde varía el color, y se eligen los colores básicos del muestrario de vidrios coloreados. Los vidrios se colocan sobre el boceto y se recortan, hasta darle la forma que se desea, con un cortavidrios ordinario, dejando espacio suficiente para las piezas de plomo que unirán los trozos de vidrio.

Existen varios procedimientos para concluir la obra. Después de cada etapa, se somete a la acción de la llama la lámina, para fijar el depósito de colorantes y eliminar la suciedad, antes de pasar a la próxima.

Un tinte eficaz para el vidrio es el color amarillo oscuro, que se obtiene pintando el vidrio con sales de plata y templándolo después. Este procedimiento fue descubierto en el siglo XIV. Se extiende, sobre la superficie del vidrio, una pasta a base de esta sal, y se la hace penetrar en la masa vítrea mediante la acción de la llama. Por este procedimiento puede conseguirse una gran variedad de efectos diferentes.

Por ejemplo, si se pinta sobre azul, el vidrio aparece verde. Se pueden aplicar otros tratamientos a las superficies vítreas. Pueden pintarse manchas negras y rayas, con una mezcla de óxido de hierro y polvo de vidrio. A continuación, viene el esmaltado.

Este limita la transmisión de la luz, pero se usa solamente para la luz reflejada del interior del edificio, haciendo que el área parezca verde oscuro, rojo oscuro, etc. Los esmaltes contienen silicato de plomo y pequeñas cantidades de óxido metálico mezclados con goma arábiga y agua. Los esmaltes también pueden ser rojos, verdes y púrpuras transparentes, pero éstos no son permanentes. La ventana es, finalmente, ensamblada y mantenida con piezas de plomo, en forma de H.




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